Javier and Valeria Lima-Guerrero Face Quinceañeras Together with Dedication (English and Spanish)
One two three four, one two three four, that’s what goes through Javier and Valeria Lima-Guerrero’s mind as they walk onto the floor. They both have had to give up nights to help out a friend or family member and make their night of celebration worth all the preparation.
Javier is a 14-year-old who attends Barnwell Middle School. Since starting at the age of 10 years, he’s been a part of multiple quinces courts as a chambelán whereas junior Valeria started at the age of 13 as a dama.
Valeria’s first quince was right after COVID-19 had hit hard. A family friend of hers had gotten stuck with a quince in the middle of the pandemic and had decided to have another try at her party. Although it was difficult she says she wouldn’t do anything different about being a part of it. Even though Valeria doesn’t regret being a part of them, she does regret never having one of her own for multiple reasons.
“I think quinces are tradition and very important, but I also think about the memories I could’ve made with my dad and stuff,” Valeria said. “And all the fun I would’ve had planning and taking pictures and being with my cousins and friends to make a waltz, it would have been nice.”
One of the biggest challenges they faced was the different dances they had to learn from huapango to cumbia to bachata. All varying styles with varying beats. Late nights and sore feet became a given. Trying to avoid getting the dance mixed up on the dance floor is just one of the many fears.
“Doing the Iguana took me a while, I think I was just really scared of falling or something,” Javier said. “But I just overcame it by having someone tell me if it looked good and what I should change while I was doing it.”
Although the experience can vary from stressful to thrilling, they’ve both taken away one lesson.
“Appreciate the moments because we’re all growing up,” Valeria said. “Practice makes perfect too.”
Both hope to continue to be a part of more in the future. They’ve learned the complexity of working with partners as well as solo. When to put their mind in sync and their feet to work. Above all else, make memories and they’re ready to guide newbies.
“Just don’t be scared,” Javier said. “Also, take advantage of the fridge.”
Un dos tres cuatro, un dos tres cuatro, eso es la única cosa que Javier y Valeria Lima-Guerrero piensan mientras que caminan a la pista de baile. Los dos han sacrificado noches para ayudar a un amigo o un miembro de la familia y hacer que su noche de celebración valiera toda la preparación.
Javier tiene 14 años y va a la escuela Barnwell Middle. Empezando a los 10 años, ha formado parte de múltiples cortes de quince mientras Valeria que está en su tercer año, empezó siendo dama a la edad de 13 años.
La primera quinceañera de Valeria fue después de que la COVID-19 afectó fuertemente. Una amiga de su familia se quedó con una quinceañera a medio celebrar durante la pandemia y decidió darle otro intento a la fiesta de sus sueños. A pesar de lo difícil que fue, ella dice que no cambiaría nada de haber formado parte de la celebración. Aunque Valeria no se arrepiente de haber formado parte de los quince, sí se arrepiente de no haber tenido uno propio por múltiples razones.
“Yo pienso que las quinceañeras son una tradición y muy importantes, pero también pienso en todas las memorias que podría haber tenido con mi papá y todo eso,” dijo Valeria. “Y toda la diversión que podría haber tenido planeando, tomando fotos y estando con mis primos para formar un vals, sería lindo.”
Uno de los mayores desafíos que enfrentaron fue aprender los diferentes bailes, desde huapango hasta cumbia y bachata. Estilos diversos con ritmos igualmente variados. Las noches largas y los pies adoloridos se convirtieron en algo común. Tratar de no mezclar los bailes en la pista de baile era solo uno de los muchos temores.
“Hacer la Iguana me tomó un tiempo, creo que estaba realmente asustado de caerme o algo así,” dijo Javier. “Pero lo superé al tener a alguien que me dijera si se veía bien y qué debía cambiar mientras lo hacía.”
Aunque la experiencia puede variar de estresante a emocionante, ambos han aprendido una lección.
“Aprecia los momentos porque todos estamos creciendo,” dijo Valeria. “La práctica hace al maestro también.”
Ambos esperan seguir siendo parte de más en el futuro. Han aprendido la complejidad de trabajar con compañeros, así como en solitario. Cuándo poner su mente en sintonía y sus pies a trabajar. Por encima de todo, crear recuerdos, y están listos para guiar a los nuevos.
“Solo no tengas miedo,” dijo Javier. “Y también, aprovecha el refrigerador.”
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